No, no se trata del nombre de un grupo de jazz de mediados del siglo XX. Pero no nos alejamos de la ciudad que vio nacer este estilo musical cuando decimos que sus ciudadanos han encontrado un nuevo movimiento casi artístico con el que identificarse y apasionarse. Los New Orleans Hornets sustituyen el piano, la trompeta, la batería o el bajo por el balón de baloncesto para contagiar de nuevo a sus seguidores. Un virus que, al igual que hiciera el jazz, se va expandiendo en gran parte del territorio americano y yo diría que casi mundial.
Bajo la dirección de Byron Scott y con los Chandler, West, Stojakovic, Posey, etc., y por supuesto Chris Paul, estos Hornets van a por todas en la temporada 2008-2009. Una vez finalizada la pretemporada, son el único equipo de la NBA que no ha cedido ningún partido con una marca de 7 victorias y 0 derrotas. Tras dos duros años en el exilio de Oklahoma a causa del desastre del huracán Katrina, la pasada campaña el equipo finalizó con un histórico récord de 56 victorias y 16 derrotas y sólo unos experimentados Spurs conseguían pararles en semifinales de la conferencia oeste.
Mención especial merece la gran estrella de estos prometedores Hornets. Desde que Crhis Paul llegó a la liga en 2005 elegido en 4ª posición del draft, todo el mundo se dio cuenta de que se trataba de uno de esos jugadores que pasan directamente a ser considerados estrellas tras algunos partidos de su temporada rookie, y alrededor de los cuales se puede construir un equipo ganador. En su primer año ya promedió 16.1 puntos, 7.8 asistencias, 5.1 rebotes y 2.2 robos, firmando además 16 puntos, 17 asistencias y 9 robos en el partido contra los sophomores del All Star Game de Dever, suponiendo estas dos últimas estadísticas un demoledor récord en este tipo de encuentros. Tras una gran segunda campaña 06-07 (17.3 puntos y 8.9 asistencias), conseguía la pasada temporada llevar a su equipo hasta las semifinales de conferencia promediando durante la regular season 21,1 puntos y siendo líder en asistencias de la liga con 11.6 y en robos con 2.7.
Estadísticas aparte, Paul es uno de esos jugadores a los que disfrutas viendo. Combina una increíble velocidad y una técnica superior para realizar todo tipo de jugadas maravillosas que serían imposibles para la mayoría de los mortales. Giros, amagos con el balón o sólo con la mirada, penetraciones culminadas con bandejas o tiros por elevación a una mano y asistencias de todos los colores. Todo ello me recuerda a aquel estilo tan plástico y figurativo de pintar trazos naranjas en el aire con el balón del gran Magic Johnson. Con su 1.83 (23 cms menos que Magic), Paul nos demuestra que el espectáculo no se acaba en los mates. Un jugador que, con tan sólo 23 años, afronta su 4ª temporada en la NBA y que está llamado a marcar sin duda un época del más puro espectáculo baloncestístico. Introduzcamos el código “CP3” para disfrutar por muchos años del mejor basket.
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