Sucede que te encuentras en Dublín durante 15 días por un tema relacionado con el trabajo. De aquí para allá sin parar, has desconectado más o menos de la actualidad en general y de la que rodea al mundo NBA en particular. Pero resulta que en cualquier lugar, en cualquier momento, puede surgir un diálogo acerca del tema que más o menos trata de cubrir este blog, incluso con alguien a quien acabas de conocer. Basta con escuchar una apostilla o atisbar un indicio que de pie a la pregunta del millón: ¿ah, te gusta el basket?; o más concretamente: ¿sigues la NBA? Cuando la respuesta es “sí” los comentarios empiezan a emerger. Primero cada uno expone sus gustos y preferencias, quizás un “yo prefiero…” o “a mí me gusta más…” pero siempre se busca el equilibrio para mantener una grata conversación. Se puede hablar del pasado o se puede hablar del presente; o se combinan ambos para establecer una relación entre Sabonis y Marc Gasol, por ejemplo. Es julio y hablas de los Juegos Olímpicos, de la selección española y de la americana. De Pepu y de Aito; Calderón, Kobe, Pau Gasol, etc. Con suerte, se empapan todos estos ingredientes con unas pintas en el Temple Bar, y se dejan cocinar durante un puñado de minutos.